En mi mente tú pelo largo solamente puede mejorar a la vista si es acariciado por un movimiento de tus manos, tan perfectas, mientras un olor a flores inunda mis ojos y deja ciego mi raciocinio.
No es de extrañar que has de aparecer como celestial ejemplo en todo lo que en ti observo durante el día, ya que durante la noche no he podido conciliar el sueño contando cada uno de los pliegues rosados de un telón, donde te presentas, agradeces y envías besos al que te admire.
Yo por mi parte, de vez en cuando me escapo del espectáculo que das cuando caminas y mientras voy a donde venden palomitas con dulce, pienso que tu voz no podría ser más bella que un verano cálido reflejándose a través de la luz de tú pelo.
Ya he pensado que la melodía que organizan tus palabras son un mapa estelar y yo no puedo más que seguirlas:
¿Como resistirme a ser conquistado por el ángel que invade mi casa?
Si me invita a parecerme y a deleitarme con un viaje en el que podríamos durar juntos toda una vida o lo que yo deseo: una eternidad.
La eternidad tiene tu nombre
Victor Alcázar