Se dice que la historia menciona que Leonardo Da Vinci en su juventud vagaba por los establos y se tiraba en el heno junto con su tío vagabundo a mirar las nubes e imaginar historias en ellas.
Me he dado cuenta que los profesionales del arte también hacen lo mismo, solo que ni todos son profesionales ni todos son vagos.
Para ser vago hay que tener ya un camino de poco interés por el futuro.
Si el futuro es incierto, estos individuos son como perlas en un excremento colectivo: nos muestran que el camino de la creación está lleno de mierda y de joyas que sabiamente se acomodan con exquisito gusto estético.
Ni se diga que hay quien lo compra hasta por toneladas y lo almacena en sus cajas fuertes para en caso de un cataclismo nuclear, poder rescatar la basura que nos representa.
Víctor Alcázar