Una vez escuchaba a lo lejos la voz dulce de una mujer,
Me decía: duerme¡
Y yo en sus brazos terminé, cansado decidí cerrar mis ojos,
Comenze a soñar que no había mejor forma que morir, a fin de cuentas si una mujer me lleva al último sueño,
Es su trabajo, ella sabe porque lo hace.
Ya volverá a deleitarme con su voz cuando yo sea nada, y me volverá a hablar, mientras me llama, y si menciona mi nombre muchas veces estoy seguro que me podrá devolver a la vida,
¿Quien podría asegurar que una mujer no es la forma más segura de renacer?
De sueños y velos
Víctor Alcázar