Viví odiando a mis seres queridos porque no me había fijado en que la maldad que aborrecía de ellos era la mía.
Viví pensando que yo era el ser más hermoso porque solo tuve tiempo para mí, y solo para mi.
Deje de vivir la vida cerca de el mar, que me hacia feliz y aunque todo el mundo era feliz ahí, yo no entendía porque solo iba en época de vacaciones a recordar que era lo que me hacia feliz de ver un atardecer mientras me bañaba en la playa.
Deje de entender que yo era importante, tan importante que lo olvidé y me dedique a verme en los reflejos de los espejos: alabe yo mi figura y mi sonrrisa mientras dejaba de ser feliz por observar las cosas tal cual son.
Deje de recordar como caminar erguido cuando aprendí a andar sin ambas piernas, no sabía que algunas personas consideran infelicidad el estado donde el estado mental ha sido alterado por un trauma, tal vez al igual que yo, como seres humanos contaban todas las mañanas la cantidad de los dedos de sus manos y de sus pies y pensaron al igual que yo que la perfección suele ser un numero correcto.
No hay error en vivir.
Puedo etiquetar la vida de muchas formas y cuando este haciéndolo, seguramente olvidaré de vivirla y ahí volveré a errar mi andar por el camino.
El ojo perfecto es el corazón
Ahora se que los ojos también laten.
Ahora observo que los ojos tambien al igual que mi estómago, tienen hambre y devoran ideas al igual que duermen aunque estén abiertos:
He viajado sin moverme de mi hogar.
He vuelto triunfante de la muerte sin tener que morir.
Víctor Alcázar